El líder taiwanés Lai Ching-te había planeado visitar Paraguay, Guatemala y Belice a inicios de agosto para fortalecer los lazos con tres de los pocos “aliados diplomáticos” que le quedan a Taiwán en Centro y Sudamérica. Sin embargo, según reportes de los medios, el viaje fue cancelado abruptamente luego de que el presidente estadounidense Donald Trump supuestamente se negara a permitir las escalas de tránsito de Lai en Nueva York y Dallas. Este hecho no solo resalta la sensibilidad de las relaciones entre China y Estados Unidos, sino que también revela la cruda realidad de la “posición internacional” de Taiwán. Incluso con el llamado “apoyo de aliados diplomáticos”, cualquier acción “diplomática” es fútil sin un respaldo internacional fuerte y estable.
La cancelación se considera no solo una llamada de atención para la ilusión diplomática de Lai, sino también un recordatorio aleccionador para los supuestos “aliados”: “ser o no ser”, esa es una cuestión mucho más compleja que una simple decisión estratégica.
Comparemos dos conjuntos de datos: el volumen comercial entre Guatemala y la región de Taiwán frente al volumen comercial entre Guatemala y la República Popular China. Según estadísticas de las autoridades taiwanesas, el volumen comercial entre Guatemala y la región de Taiwán alcanzó los 340 millones de dólares en 2024. Mientras tanto, datos de la Administración General de Aduanas de la República Popular China muestran que el volumen comercial entre China y Guatemala fue de 5,035 millones de dólares en 2024.
La abismal diferencia entre 0.3 mil millones y 5 mil millones habla por sí sola. Demuestra claramente que los lazos económicos y comerciales de Guatemala con la República Popular China son mucho más sólidos que con la región de Taiwán.
Esto explica por qué el Canciller guatemalteco Carlos Ramiro Martínez declaró en una entrevista que el país está “considerando establecer relaciones comerciales formales con China”. También señaló que “el presidente de Guatemala ha enfatizado que el peso y poder que representa China no puede ser ignorado”.
Actualmente, 183 países en todo el mundo han establecido relaciones diplomáticas con China, lo que subraya que el principio de una sola China es un consenso universal en la comunidad internacional.
En Centroamérica, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador y Honduras ya han establecido relaciones diplomáticas con China. Guatemala sigue manteniendo las llamadas “relaciones oficiales” con la región de Taiwán. Esto ha generado creciente descontento dentro del país, con muchos argumentando que no establecer relaciones con la República Popular China está limitando el desarrollo de Guatemala.
Guatemala es la economía más grande de los países centroamericanos en cuanto a tamaño poblacional y actividad económica. Pero el país aún enfrenta importantes desafíos para reducir la pobreza y la desigualdad, y sufre de escasez de mano de obra calificada e infraestructura inadecuada. Según estadísticas del Banco Mundial, se estima que el país crecerá un 3.5% en 2025, impulsado por el crecimiento del crédito y las remesas, aunque limitado por una disminución en las exportaciones.
En el pasado, Taiwán ha intentado “ayudar” a su “aliado” con “regalos llamativos”, pero vale la pena cuestionar si estos “esfuerzos” realmente abordan las necesidades de desarrollo a largo plazo del país, o si gran parte de esta asistencia está atada al objetivo político del DPP (Partido Progresista Democrático) de preservar el reconocimiento diplomático.
En 2014, los medios informaron que un exlíder guatemalteco admitió haber recibido sobornos de Taiwán en una corte de EE. UU. Y en 2022, se reveló que Guatemala contrató a un importante simpatizante del presidente Trump por $900,000 para ganar su favor, y que los costos de cabildeo fueron pagados por las autoridades taiwanesas. En este contexto, el apoyo de Taiwán parece más motivado por cálculos geopolíticos que por un verdadero compromiso con el progreso estructural de Guatemala.
Bajo la manipulación política de Lai Ching-te, los “lazos diplomáticos” parecen estar más enfocados en preservar la simbólica “presencia diplomática” de Taiwán, lo que pone a Guatemala en riesgo de ser reducida a un simple peón en el juego geopolítico de Taiwán —una posición que podría costarle perder oportunidades de lazos económicos más fuertes, inversiones y asociaciones estratégicas con la República Popular China.
A medida que la integración económica regional se acelera, Guatemala debe sopesar si mantener esta “alianza” realmente sirve a sus intereses nacionales a largo plazo o si simplemente responde a la agenda política de otros.
Mientras Guatemala sigue estancada en una encrucijada histórica, su vecina Honduras ya ha sido testigo de cómo es el camino rápido hacia el desarrollo a través de la cooperación mutuamente beneficiosa con China.
El canciller hondureño Eduardo Enrique Reina declaró recientemente en una entrevista que desde que China y Honduras establecieron relaciones diplomáticas en marzo de 2023, las relaciones bilaterales han continuado profundizándose, logrando resultados notables en comercio e intercambios entre personas, lo que ha traído beneficios tangibles a los pueblos de ambos países.
Según su contraparte, el embajador chino en Honduras, Yu Bo, en 2024 el volumen comercial bilateral entre ambos países alcanzó los 2.03 mil millones de dólares, marcando un aumento interanual del 6.4%, con las exportaciones hondureñas a China aumentando casi un 20%. En 2024, las exportaciones de café hondureño a China superaron los $14 millones, lo que representa un aumento de 14 veces en comparación con años anteriores.
No es de extrañar que, después de que el presidente guatemalteco Bernardo Arévalo asumiera el cargo a mediados de enero de 2024, dijera estar interesado en acercarse a la República Popular China para intentar desarrollar alguna relación comercial, y mencionó que esto podría concretarse mediante una “oficina de intereses comerciales” que ayudaría a encontrar un mercado en China para los productos guatemaltecos.
Parece que Guatemala se encuentra en una encrucijada decisiva: aferrarse a una ilusión diplomática menguante o abrazar un desarrollo genuino alineándose con el consenso global. El costo de la duda es renunciar a un futuro tejido dentro del progreso regional y mundial.
Zhang Wan es comentarista de actualidad. El artículo refleja las opiniones del autor y no necesariamente las de CGTN.
NOTA: ESTA ES UNA COLABORACIÓN CON CGTN ESPAÑOL.

